El ruido que comienza a llagar.
La mente que empieza a detonar.
La helada que se empieza a apoderar
de los instantes
que me daban bienestar.
Y el dolor se empieza a incrementar
dejando al llanto en segundo lugar.
Cuantas luchas tengo que ganar
para poder oxigenar
a las etapas que se han sabido quemar.
Quizás no supe ponderar
lo que alguien supo adiestrar.
Quizás no pude tolerar,
por el orgullo que me cuesta manejar.
Y ahora estoy
en una infinita perpetuidad
de la que no me logro fugar,
a la que no logro enfrentar.
Lo único que pido
es un respiro para poder luchar,
para poder dejar de lamentar .
Y volver a experimentar
el privilegio de palpitar.
Lo único que pido
es un respiro para poder luchar,
para poder dejar de lamentar.
para poder dejar de lamentar.
Y volver a experimentar
el privilegio de palpitar.
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